Like Father, Like Son II
Una identidad se forma en gran parte por las identificaciones con valores, normas, ideales, modelos, héroes en los que la persona se reconoce.
A propósito del comentario que una gran amiga me hiciera llegar sobre el post que publiqué sobre esta bonita película, quisiera comentar algunas cosas que se me fueron por los márgenes.
Creo que el principal aporte temático de la cinta es una pregunta ¿Cuánto de heredado hay en nosotros y cuánto de adquirido? Recordaba en mi post anterior la memoria de mi madre representada en mi persona: "te pareces de tal o cual modo a tu padre". "Caminas como tu padre", "hablas como tu padre" y un largo etcétera. Pero el comentario más alucinante es "tienes el mismo carácter de tu padre". No sería alucinante si yo hubiera crecido con mi padre. Sin embargo, su presencia en mi vida ha sido muy intermitente, con periodos de muchos años sin vernos y luego encuentros muy cortos que podían durar a penas un par de horas, para que luego pasen cinco o siete años hasta la próxima visita de él o mía.
Por otro lado, reconozco con mayor facilidad los rasgos de mi carácter o de mis gestos ,adquiridos del padre que me formó.
¿Cuánto peso tiene el el aporte hereditario en el desarrollo de una persona? o dicho de otro modo, ¿cuán significativa es la herencia genética de los padres a los hijos en el desarrollo de su personalidad? O del carácter, como gusta a los teóricos referirse. Difícil saberlo. Está claro que existe información genética que se trasmite a través de los cromosomas y que dicha información influye en el desarrollo de la corporalidad de los individuos. Pero de ahí a considerar que también se hereda la personalidad de los padres resulta más complejo. Y sin embargo, en muchos, muchísimos casos está la evidencia de que ello pudiera ser así.
Lo adquirido, en cambio resulta más fácil de evidenciar. "Te comportas idéntico a tu padre o a tu madre" hace más sentido, si, en efecto, dicho comportamiento es verificable en el marco de una relación. Aprendemos muchas cosas de las personas con las que convivimos (no solo de los padres). Incorporamos en nuestra manera de ser modos de otros, formas de reaccionar ante las dificultades, y también, por supuesto, opiniones de lo que consideramos valioso o no en la vida. Nos hacemos hinchas de nuestros equipos siempre en relación a otros: ya sea porque lo adquirimos de nuestros padres o familiares más cercanos, o porque queremos darle la contra a alguien a quien apreciamos u odiamos por cualquier motivo.
Lo interesante de esta discusión, pienso, es que mientras nuestras herencias (si existe algo como ello) es aquello que no se puede cambiar, que permanece en nosotros, aunque reneguemos de ellas, lo adquirido si cambia constantemente. Nuestro espectro de adquisiciones en la vida puede ser casi infinito y le da siempre dinamismo a nuestra existencia. De esta forma, podemos desechar lo adquirido en algún momento y adquirir otra manera de ver las cosas, o podemos sostenerlas e ir incorporando otros elementos vitales que dialoguen e enriquezcan lo que ya tenemos.
Herencia y adquisición. Realidad e Imaginación. Un poquito de ambos debemos tener.